Fatma nos ha acompañado a casa. Y allí hemos estado todos un rato, en mi cuarto, que en realidad es el salón de la daar o zona de adobe. También ha acudido Jalima, la hermana pequeña de Shabu, una niña tierna y encantadora. Mientras Shabu y Fatma curioseaban la tablet, le he pedido que posara para un retrato. Hay una gran honestidad en su mirada y en su corazón.
Luego he estado observando las cabras de la familia. No las explotan vendiendo su leche o haciendo quesos, pero son para ellos, un fondo de despensa. Y también una especie de capital de reserva. Un acontecimiento, como la llegada de alguien que se quiere celebrar, puede ser el motivo para sacrificar una cabra. Y también su venta resuelve una necesidad económica, cuando las circunstancias lo requieren.
Qué preciosidad de dibujos y que buenas observaciones en el texto !!!
ResponderEliminarEso del porte y la belleza innatas pero inconscientes... gran verdad.
Un abrazo
Gracias Marisa!
EliminarJavier, eres increíble, una persona que siempre he admirado y en este reportaje, una vez más, demuestras lo que eres...TÚ!!
ResponderEliminarAcompañan este relato, magníficos dibujos y acuarelas simples en tu cuaderno. Eres un tío excepcional! Qué dibujos y qué acompañamiento de textos... que hacen vivir tu aventura... si es que lo consideras aventura. Para mi, lo es!
Esos mauritanos son bereberes? He conocido algunos y son muy buena gente, guapos, guapas y terriblemente hospitalarios. Si digo esto, es porque mi padre estuvo tres años en el Sahara, con bereberes y eso es lo que me contaba. También he conocido algunos, por aquí.
Ves con cuidado y supongo que ya estarás al tanto, porque Yihadistas hay por todas partes y con esa gente no vale nada el ser buena persona... Bueno, supongo que ya sabrás por donde andas.
Sigue con estos relatos tan reales y enternecedores. Un fuertísimo abrazo.
Jose Mari, qué estímulos me das siempre! Los saharauis de donde estoy son del que fue Sahara español. Ahora refugiados en Tinduf, Argelia. Aquí todo está tranquilo, pero además hay medidas de seguridad que todos observan, más con gente de fuera. Siempre están pendientes de mí y no me dejan solo un momento pese a que, como digo, la vida transcurre aquí de manera absolutamente normal.
ResponderEliminarSon gente de tan buen porte como buen corazón. Un fuerte abrazo también para tí!